TESIS DEL Dr. MIGUEL ANGEL PAGÉS

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SIMILITUD SEGÚN EL TIPO DE ENFERMEDAD

Hahnemann distinguía como dos grupos de enfermedades netamente separadas, las enfermedades agudas y las crónicas.

En el par. 73 Organon clasifica a las enfermedades agudas de la siguiente manera:

    • Enfermedades individuales

Los traumatismos.

Las indisposiciones.

Las exacerbaciones de las enfermedades crónicas.

    • Enfermedades colectivas

Las enfermedades aguas esporádicas.

Las enfermedades aguas epidémicas.

Las enfermedades agudas propiamente dichas.

 

Según Hahnemann las enfermedades individuales se producen por causas nocivas que actúan sobre los seres humanos, pudiendo ser las siguientes:

 

    1. Traumatismos, heridas, contusiones, esfuerzos, torceduras, luxaciones, fracturas, siendo todos estos trastornos patológicos producidos por alguna acción mecánica.
    2. Indisposiciones o trastornos fisiopatológicos debidos a causas ocasionales, tales como enfriamientos, recalentamientos, excesos en la bebida o la comida, carencias o intoxicaciones alimenticias, violentas impresiones físicas, agotamiento, intemperancia o represión de deseos, emociones, preocupaciones e impulsos diversos, etc.
    3. Las exacerbaciones de las enfermedades crónicas. Según Hahnemann, la mayor parte de las veces no son más que recrudecimiento pasajero de una psora latente que vuelve a caer enseguida en su estado crepuscular, cuando el estado agudo no ha sido demasiado violento y ha sido rápidamente curado.

 

Las enfermedades colectivas atacan a varios individuos a la vez y se desarrollan:

  1. Esporádicamente, por influencias meteorológicas o climáticas nocivas a las cuales, en un mismo momento, sólo un pequeño número de individuos están predispuestos a sentir la acción patógena.
  2. Epidémicamente, en un gran número de personas a la vez, dependen de una misma causa o noxa y se manifiestan por síntomas fuertemente análogos, llegando a ser habitualmente contagiosas cuando obran sobre masas compactas de individuos.
  3. Las enfermedades agudas propiamente dichas dependen de agentes infecciosos específicos (microbios, virus, bacterias, etc.). Reaparecen siempre bajo la misma forma, con síntomas análogos, recibiendo por tal razón nombres propios tradicionales. A este grupo corresponden las enfermedades infecto-contagiosas: sarampión, viruela, coqueluche, etc.

 

Para las enfermedades que obedecen a causas endógenas, Hahnemann recomienda un tratamiento agudo, de acuerdo con los síntomas actuales, tal como lo aconseja para los miasmas agudos. Este es un punto que conviene aclarar. Algunos homeópatas pretenden que prácticamente todas las enfermedades o manifestaciones agudas son productos de la exacerbación de la psora. Hahnemann distingue claramente unas de otras. Para él, las enfermedades que son un recrudecimiento pasajero de la psora, son, en mi concepto, aquéllas que se presentan por crisis más o menos periódicas, siempre las mismas, tales como las anginas y catarros periódicos, las sinusitis, los accesos de asma, ciertas diarreas sin causa aparente, brotes eruptivos habitualmente pruriginosos, manifestaciones bien distintas, por cierto, de las infecto-contagiosas, que comúnmente obedecen a un agente infeccioso conocido y que suelen aparecer sólo una vez en la vida o ninguna. Por otro lado, el hecho de que los gérmenes causales sean perfectamente conocidos y de que, introducidos en un organismo predispuesto puedan reproducir experimentalmente los síntomas de la enfermedad, hace desaparecer toda duda al respecto. Con toda razón, Hahnemann los llamó miasmas agudos para equipararlas, por su naturaleza infecciosa, a los miasmas crónicos.

JAMES TYLER KENT, en su libro "Filosofía Homeopática" dice (5):

"Poco se sabe de las verdaderas causas excitantes. Las afecciones agudas se dividen en dos clases: 1) aquéllas que son miasmáticas, que son verdaderas enfermedades, y 2) aquéllas que podrían llamarse enfermedades mímicas. Las últimas no tienen causa definidas, son producidas por causas externas, como el vivir en casas húmedas, disgustos, mal vestir, etc., y en cuanto se eliminan estas causas el paciente recobra la salud. Pero las primeras, debidas a miasmas agudos, tienen que correr un curso diferente. Tienen un periodo prodrómico, un periodo de ascenso y un período de declinación, si por su gravedad no llegan a causar la muerte. El sarampión, la tos ferina, la escarlatina, la viruela, etc. son ejemplos de miasmas agudos. El médico debe también conocer los miasmas crónicos, psora, sífilis y sicosis, los cuales estudiaremos más adelante. Estos tienen, igual que los agudos, un período prodrómico, un período de ascenso, pero no tienen, como los agudos, un período de declinación. Si el tiempo y las circunstancias son favorables, el miasma crónico está quieto; pero los tiempos adversos lo excitan en su actividad, y cada vez que se excita su condición está peor que en la última exacerbación. En este parágrafo nos enseña Hahnemann que los miasmas crónicos son la causa fundamental de los miasmas agudos; lo que equivale a decir que si no hubiera miasmas crónicos, no habría miasmas agudos. En la propia naturaleza de los miasmas crónicos está la predisposición del hombre para las enfermedades agudas, y las enfermedades agudas son como un combustible añadido a una conflagración inextinguible. Las enfermedades agudas existen, pues, por causas específicas, que cooperan con la susceptibilidad del individuo. No reconocemos el sarampión ni la escarlatina a no ser en los enfermos. Su influencia podría existir en la atmósfera, pero no la podemos ver. De modo que, aparte de los individuos que la contraen y en los que se desarrolla, no podríamos saber que existiera tal enfermedad como sarampión. Si no hubiera niños en la tierra susceptibles al sarampión, no tendríamos sarampión, y si no hubiera miasmas crónicos, no habría susceptibilidad. La psora es la causa de todo contagio. Si el hombre no hubiera tenido psora no podría tener los otros dos miasmas crónicos; pero la psora, la más antigua, ha llegado a ser la base de los otros dos."

"La psora corresponde a aquel estado en que el hombre ha desordenado su economía a tal grado, que ha llegado a ser susceptible a toda influencia nociva que lo rodee".

Como vemos, el pensamiento de Kent coincide con el Hahnemann. La psora está en la base de toda enfermedad, crónica o aguda. Este hecho produce cierta confusión, ya que algunos homeópatas sólo admiten enfermedades agudas como manifestación exacerbada de la psora latente, incluyendo es éstas las enfermedades infecto-contagiosas. En efecto, la psora es la que hace al hombre susceptible para contraer las demás enfermedades crónicas o agudas. Así, debido a la psora, el hombre contrae la sicosis y la sífilis; pero esto no significa que sicosis y sífilis sean la misma cosa que psora ni una exacerbación de la psora. Son enfermedades de naturaleza distinta de aquella que le sirvió de base. Otro tanto ocurre con los miasmas agudos o enfermedades infecto-contagiosas. Son de naturaleza, causa y evolución totalmente diferentes de la psora y de sus manifestaciones agudas.

Sintetizando, las enfermedades agudas responden a una causa endógena, la exacerbación de un miasma crónico, o a una causa exógena o germen infectante (enfermedades infecto-contagiosas o miasmas agudos).

Para las enfermedades que obedecen a causas endógenas se recomienda un tratamiento agudo, de acuerdo con los síntomas actuales.

Continuando con Kent, en su libro "Filosofía Homeopática" nos dice:

"Cuanto mejor tratada está una enfermedad tanto menor probabilidad hay de que se presente secuela alguna. Si el sarampión y la escarlatina se tratan correctamente, tendremos muy poca molestia después. El médico, hasta cierto punto, es siempre responsable de las secuelas"…Es verdaderamente de la mayor importancia en estos casos poder separar y distinguir una cosa de otra para poder conocer para qué hay que prescribir, o podéis prescribir un antipsórico para impedir que arraiguen las secuelas después de la escarlatina, en tanto subsiste esta enfermedad. Primeramente habéis de prescribir para el ataque agudo y síntomas que le pertenecen. Sin embargo, bueno es que el médico conozca todos los síntomas de carácter crónico que tenga el paciente, a fin de saber lo que puede esperar de ellos y poder cuidar las antiguas manifestaciones de psora que aparecen al final del ataque agudo, aunque a menudo surge un grupo de síntomas completamente nuevo. Cuando al final de la escarlatina sobrevienen molestias en los oídos, o una hidropesía, éstas no forman parte de la propia escarlatina, sino que son un estado de la economía".

En los estados crónicos, la mayoría de los pacientes presentan síntomas que responden, en su totalidad característica, a un mismo y solo remedio de fondo llamado simillimum. Con dicho remedio, todos los males funcionales, psíquicos, generales, locales, crónicos y recientes de un mismo sujeto pueden desaparecer y curarse. Pero a veces ocurre, que los síntomas del estado actual no corresponden, por sus características, al remedio de fondo. Dichos síntomas pueden ser locales, generales y psíquicos y son los que expresan la actividad patológica reciente y última de un sujeto enfermo. Dichos síntomas corresponden a un medicamento propio del estado actual de enfermedad, el cual recibe el nombre de medicamento similar.

Hahnemann en el par. 162 del Organón nos dice sobre "Remedios Segmentarios":

"Ocurre a veces, en vista de la penuria de la Materia Médica homeopática en medicamentos de los que se conoce perfectamente la acción patogenética específica completa, que una parte solamente de los síntomas utilizables de la enfermedad a curar corresponden a la sintomatología del remedio más adaptado. En estos casos, se está obligado a emplear un remedio parcialmente similar, forzosamente aproximativo, que cubra lo mejor posible los síntomas de la enfermedad, a falta de otro que sea mejor".

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Par. 163:

"De la aplicación de un remedio fragmentario no hay que esperar una curación completa sin algunas molestias. Se observa, en efecto, durante su empleo, la aparición de síntomas accidentales que no se notaban antes y que son, de hecho, síntomas accesorios dependientes del remedio sólo parcialmente similar a la enfermedad a tratar. Estas molestias no impiden, sin embargo, es verdad, que una gran parte de la afección (aquélla cuyos síntomas patológicos cubren por su similitud los síntomas patogenéticos) no sea aniquilada por este remedio y de ello resulta una mejoría ya importante. Pero no se observa menos la aparición de algunos males accesorios que sin embargo quedan siempre muy moderados si se tiene el cuidado de atenuar suficientemente la dosis".

Par. 164:

"En los casos en que el remedio mejor seleccionado no responde más que parcialmente a las indicaciones, el pequeño número de síntomas hallados correspondientes, es decir, homeopáticos, no constituye sin embargo, un obstáculo a la curación, a condición de que la mayor parte de estos síntomas patogenéticos, poco numerosos, sean síntomas originales que distinguen y caracterizan la enfermedad. La curación se sigue, entonces, sin incomodidades serias".

Par 166,167,168:

"Si este nuevo remedio no basta, sin embargo, para restablecer completamente la salud, se retoma por segunda vez el examen del cuadro de síntomas mórbidos para llegar a determinar el remedio homeopático más adaptado a la nueva imagen obtenida; y así, de revisión, en revisión, se continúa hasta que el objeto sea alcanzado: o sea, devolver al enfermo el pleno goce de la salud".

Par. 169:

"Puede ocurrir, examinando un enfermo por primera vez que, en el curso de la búsqueda del remedio apropiado, se encuentre que la totalidad de los síntomas característicos de la enfermedad no es suficientemente cubierta por los elementos patogenéticos de un solo medicamento, a cusa del número insuficiente de éstos cuya acción específica es bien conocida. Se puede, entonces, cuando dos remedios rivalizan en conveniencia, siendo una homeopático para tal grupo de síntomas de la enfermedad y siéndolo el segundo más para tal otro. Sin embargo, no es aconsejable aquí emplear primero el remedio que se juzgaría ser el más conveniente y luego dar el segundo enseguida sin un nuevo examen. En efecto, habiendo cambiado las circunstancias, este segundo remedio no convendría más al resto de los síntomas. En semejantes casos, sería necesario hacer una revisión del estado mórbido para precisar, según la imagen que uno ser formara de él, el remedio homeopático que convendría entonces mejor a esta nueva situación".

Par. 170:

"Como cada vez que un cambio en el estado de la enfermedad ha sobrevenido, hay que investigar los síntomas que quedan aún y elegir un remedio tan conveniente como sea posible al nuevo estado presente del mal, eso sin tener en ninguna cuenta el segundo remedio, que en el origen había parecido ser el mejor después de aquel del que uno se ha realmente servido, u ocurrirá a menudo que el segundo de los remedios que se había primero estimado adecuado lo sea aún en ese momento. Pero si después de un nuevo examen del estado del enfermo se encontrara que aún le conviene, éste sería un motivo más para acordarle la preferencia".

La cura por el remedio parcialmente semejante no sólo está aprobada sino que está recomendada por Hahnemann, en los casos especiales que plantea. La sucesión de estos remedios constituye lo que se llama cura en ZING-ZAG, más larga que el camino recto del remedio simillimum, pero también muy eficaz. Existen casos especiales en que, siendo todos los síntomas de un cuadro mórbido más o menos contemporáneos entre sí, son cubiertos en su mayor parte por un remedio antipsórico, hay un grupo de síntomas que no cura con aquel medicamento y se necesita otro llamado complementario que cubre los restantes (6). Este tipo de similitud complementaria es manifestado por Hahnemann en el par. 171:

"En las enfermedades crónicas no venéreas, aquéllas que, por consecuencia, provienen más habitualmente de la diátesis psórica, se tiene a menudo necesidad, para curar, de varios remedios antipsóricos. Convendrá emplearlos uno después del otro, de tal manera sin embargo, que a cada nueva prescripción el nuevo remedio sea elegido según los principios homeopáticos conforme al grupo de los síntomas persistentes y solamente después que el precedente haya agotado plenamente su acción".

Únicamente teniendo en cuenta esta realidad clínica podemos solucionar casos que se presentan en la práctica.

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