TESIS DEL Dr. MIGUEL ANGEL PAGÉS (Argentina) - MIASMAS -

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SIMILITUD SEGÚN EL MIASMA EN ACTIVIDAD

Existen casos en que el remedio exactamente indicado no actúa eficazmente a pesar de haber utilizado distintas potencias. Un análisis exhaustivo nos indica que el problema reside en que existe un miasma en actividad.

Hahnemann observó en varias oportunidades que el medicamento mejor elegido para el caso era capaz de poner en orden la salud del paciente pero era impotente para impedir las recidivas de los accidentes agudos o exacerbaciones periódicas de la enfermedad. También que, habiendo curado un episodio determinado, estas exacerbaciones, se producían en una esfera orgánica diferente, induciendo a pensar que se trataba de una nueva enfermedad de distinto origen.

Si el método no estaba en discusión, es que su aplicación era incorrecta o incompleta; si el remedio no era eficaz, parecía que no cubriera todos los síntomas. Las recidivas por la menor causa con la reaparición de viejos síntomas o aparición de síntomas nuevos cada vez más resistentes al tratamiento, mostraba que dichos síntomas eran la expresión de una misma enfermedad, pero también que detrás de la etiología circunstancial de cada recidiva, existía una etiología más profunda responsable de la enfermedad en su conjunto, tanto como signos anteriores y signos actuales. Para conocer el verdadero cuadro de la enfermedad, era preciso tomar en cuenta la totalidad de los síntomas presentes y pasados para oponerles el verdadero remedio homeopático: el remedio de acción extensa y profunda cubiertas por su patogenesia y la totalidad presente y pasada de sus síntomas.

Pero era necesario cubrir también, más allá de las causas ocasionales, reveladoras de la afección, la causa profunda responsable de la totalidad de la enfermedad, en los antecedentes patológicos del paciente. Así, por una confrontación semiológica de enfermos y remedios, Hahnemann construyó su concepción miasmática de las enfermedades crónicas.

Hahnemann escribe:

"Una época llega aún en la que apenas procuran aquellos (los remedios) un ligero alivio; más ordinariamente, después de los reiteraros esfuerzos para triunfar de una afección que se reproduce frecuentemente con algunas modificaciones nuevas, quedan, aún cuando el enfermo no tenga nada que enmendar de parte del régimen y que ejecute puntualmente todo lo que se le prescribe, males que los medicamentos más acreditados hasta entonces no pueden ni hacer desaparecer ni aún frecuentemente disminuir y que, multiplicándose sin cesar, se hacen a cada instante más y más fatales. De este modo, el médico homeopático no alcanza, obrando así, más que a retardar la enfermedad crónica, que sin embargo se agrava de año a año."

"Hallar la causa que haga que todos los medicamentos conocidos en Homeopatía no procuren la curación real de las enfermedades y llegar, si es posible al conocimiento más exacto sobre la verdadera naturaleza de los millares de afecciones que resisten al tratamiento, a pesar de la constante verdad de la ley homeopática, tal es el serio problema que me ha preocupado día y noche desde el año 1816 y 17. En este espacio de tiempo el Dispensador de todo bien me ha permitido llegar por las meditaciones asiduas, las observaciones infatigables y fieles y las experiencias de la más perfecta exactitud a una solución que debe redundar en beneficio del género humano".

"Yo concluí que no se tiene jamás bajo la vista más que una porción de un mal primitivo situado profundamente, cuya vasta extensión se manifiesta por los accidentes nuevos que se desarrollan de tiempo en tiempo."

Como podemos ver, tras muchos años de observaciones y experimentaciones, Hahnemann llegó a la concepción de los llamados miasmas crónicos. En efecto, no pudo dejar de constatar que el empleo habitual del remedio llamado similar, es decir, de aquél que cubría sólo la sintomatología actual o parcial de un cuadro dado, era cada vez más ineficaz y no podía impedir la repetición de los síntomas ni la aparición de otros diferentes.

El estudio de los enfermos le demostró que presentaban signos comunes diferenciados en tres familias de innegable importancia, caracterizadas cada una de ellas por un conjunto semiológico particular. Constató también que la mayor parte de las enfermedades encuentran en sus antecedentes la noción de una sarna, más o menos antigua, más o menos evidente o discreta.

El estudio de las enfermedades le mostró una semejanza individual en tres conjuntos semiológicos con las grandes enfermedades contagiosas florecientes en esa época: en primer lugar la sarna, después la sífilis, la psicosis.

El estudio patogenético de nuevas sustancias, le proveyó de remedios de acción más extensa y profunda, capaces de cubrir los tres conjuntos semiológicos comunes a numerosas patologías donde, los cabezas de fila eran respectivamente: sulphur, Mercurius y Thuya.

La confusión de estos conjuntos semiológicos con las enfermedades era inevitable en una época en la que se conocían las patologías por sus manifestaciones aparentes y no por su etiopatogenia que hace a la unidad nosológica. Hahnemann tomó entonces los conjuntos semiológicos comunes que había descubierto, que no eran sino síndromes relevantes de etiologías diferentes: la larga lista de las manifestaciones más diversas que atribuía a la psora, era una reseña que nos parece mantener una semejanza con las manifestaciones alérgicas, como el asma, los eczemas atópicos, las manifestaciones infecciosas o parasitarias como el impétigo, el herpes o la sarna; trastornos neurovegetativos o endocrinos, migrañas y numerosos dismetabolismos como la gota, las colelitiasis, etc.

Atribuía la misma etiología contagiosa a los miasmas, término usual en esas épocas para designar los agentes desconocidos de las enfermedades infecto-contagiosas.

Este mal interno fue concebido por Hahnemann primero como una enfermedad infecciosa y como una discrasia, es decir, una predisposición o susceptibilidad mórbida que es el origen de muchos otros males y que posibilita el contagio de las dos enfermedades venéreas por excelencia: la blenorragia y la sífilis. Fue llamado Psora y es para Hahnemann la más antigua enfermedad crónica miasmática de que padece el género humano.

 

La Psora

La psora, enfermedad crónica fundamental de Hahnemann, fue rápidamente desmantelada sobre el plano nosológico, por la atribución de un número importante de sus síntomas a sus verdaderas causas: infecciosas, tóxicas, metabólicas, etc., al mismo tiempo que su origen miasmático desapareciendo con el descubrimiento del sarcoptes de la sarna. El origen de toda esta patología heteróclita reunida bajo la denominación de psora es una hipotética contracción de la sarna, se hizo imposible de sostener. Los homeópatas se orientaron entonces hacia un origen higiénico-dietético: los errores y excesos alimentarios de los enfermos o de sus parientes más o menos cercanos; la psora fue asimilada al viejo artritismo o al neuro-artritismo, y más tarde al tuberculinismo o a la alergia.

Todo nos permite pensar actualmente que la psora no es una diátesis mórbida sino una diátesis reaccional y constitucional., ligada a un bagaje genético y al azar de las mutaciones, de las conjunciones genéticas, de la incertidumbre del producto de la concepción después de la fecundación. No conocemos entonces habitualmente los factores etiopatogenéticos precisos de su constitución, sino solamente los factores etiológicos circunstanciales que la determinan o que la agravan.

Es el potencial reaccional general, caracterizado por una modalidad reaccional general, llamada modalidad psorica por la analogía reaccional con la sarna, donde el sarcoptes, bajo la forma de su nosode el Psorinum, es un resonante electivo, no por identidad o parentesco etiológico, sino por analogía del potencial reaccional. Si el Psorinum es un resonante clave de la modalidad psórica, cualquiera que sea el factor patógeno que ha desencadenado en el enfermo, esto porque el sarcoptes de la sarna puede poner en juego en un organismo una modalidad reaccional semejante.

Encontramos en la modalidad psórica las motivaciones claves de la psora: alternancias mórbidas, tendencias recidivantes, metástasis mórbidas.

En efecto, la modalidad psórica es un modo reaccional de defensa contra la insuficiencia de exoneración, por crisis eliminatorias, recidivantes o alternantes sobre los diferentes emuntorios: digestivo, respiratorio, urinario y especialmente cutáneo.

Por ello la supresión de las crisis eliminatorias sin una mejoría de las eliminaciones, agravará al enfermo; es decir, el reingreso de la psora.

La modalidad reaccional fundamental de defensa orgánica, puede aparecer en cualquier terreno y episódicamente: es muy raro que un sujeto no haga una reacción psórica en el curso de su vida. Pero será electiva en sujetos que presentan una deficiencia de eliminación: sea por simple sobrecarga exonerativa normal o anormal, o por la existencia de una enfermedad metabólica conocida, como gota, diabetes, dislipemia, o una alergia constitucional ignorada como la oxalemia o desconocida.

Aparecerá selectivamente en los biotipos carbónicos y sulfúricos, predispuestos a la plétora y a la sobrecarga. La modalidad psórica es entonces la expresión de un potencial general evolutivo, revelado por factores etiológicos circunstanciales y definido por un conjunto semiológico homeopático de signos diatésicos.

El reconocimiento en un paciente de una modalidad psórica dominante permite, teóricamente:

    • Orientar la elección del remedio hacia los remedios psóricos, aquellos donde la semiología demuestra la modalidad psórica que poseen.
    • Apreciar su potencial evolutivo patológico y reaccional e intentar la prevención de enfermedades por sobrecarga o enfermedades metabólicas donde está amenazada.
    • Aconsejando un régimen higiénico-dietético adecuado.
    • Prescribiendo medicamentos psóricos indicados y apropiados para restablecer las funciones exonerativas.

 

 

La Sífilis

Los estudios genéticos descartaron a la sífilis como etiopatogenética de la mayor parte de las taras que se le atribuían, para jerarquizar los innumerables factores de mutación genética: virus, toxinas, radiaciones, etc. y otros desconocidos. La concepción del luetismo como diátesis mórbida hereditaria ligada a la sífilis, perdió así toda credibilidad, como el tuberculinismo ya había dejado de estar ligado a la tuberculosis. Ya no se podía adherir las diátesis homeopáticas a factores patógenos que no habían demostrado su constante incidencia genética. Se describió así que el terreno biológico es estrictamente individual y no categórico. Este estado de categorización que los homeópatas habían constatado, correspondía a las modalidades reacciónales de defensa del organismo, en los que número es limitado frente a la multiplicidad de factores de agresión.

No podemos concebir el luetismo más que como una diátesis reaccional, como las otras diátesis homeopáticas: es un potencial reaccional de defensa común, específico, llamado modo luético, por analogía semiológica con la sífilis, pero no por filiación etiológica, definida por los signos homeopáticos grupales, los signos diatésicos, una táctica de defensa del organismo.

Esto es lo que distingue fundamentalmente al luetismo de las otras diátesis homeopáticas: es el de estar ligado a un biotipo patológico. Ni la psora ni la psicosis poseen un biotipo exclusivo. El tuberculismo tiene un biotipo electivo, el longilineo con marcada labilidad nerviosa, pero éste no es un biotipo francamente patológico, sino una variante, como el brevilineo del tipo normolineo.

Por el contrario, el luetismo es indisociable de un biotipo patológico, mutante de un biotipo normolíneo, brevilíneo o longilíneo, por anomalías de los organizadores genéticos fundamentales: el distrófico fluórico, donde él expresa el potencial reaccional y mórbido.

Bajo la denominación de luetismo describimos en realidad el distrófico fluórico en su triple expresión:

    • Tipológica, que permite el reconocimiento exterior de una enfermedad caracterizada.
    • Mórbida, por la fisiopatología, que permite reconocer su potencial mórbido.
    • Reaccional. La diátesis luética propiamente dicha reconoce, bajo un conjunto de signos diatésicos homeopáticos, lo que se expresa como su potencial reaccional.

El Profesor Francisco Eizayaga nos dice. "Es una diátesis destructiva que produce lesión irreversible en los tejidos, tales como ulceración y la supuración, afectando fundamentalmente la inteligencia y la capacidad de juicio del individuo, por alteración de la corteza cerebral. Destrucción de la mente y de los tejidos, tales son las características de este estigma que padece la humanidad. Incapacidad para controlar los impulsos afectivos: la agresividad, los celos, los deseos de venganza, el odio, la tendencia al suicidio, autodestrucción, como así también el espíritu crítico malicioso y censor, con sentimientos de culpa o ansiedad de conciencia moral".

 

 

La psicosis

La variedad y multiplicidad de factores etiológicos señalados después de Hahnemann como determinantes de esta enfermedad crónica, primero por la gonococia, después las vacunaciones, más adelante los corticoides, los diuréticos, los antibióticos, etc., demuestran que esta no es una enfermedad sino una disposición reaccional constitucional, puesta en juego por factores etiológicos variados que, sin ser los responsables de esta predisposición, son los factores etiológicos circunstanciales, reveladores o agravantes.

La sycosis entonces, es una diátesis reaccional como las otras diátesis homeopáticas: es un potencial reaccional constitucional caracterizado por una modalidad reaccional general específica llamada modalidad sycótica observada por Hahnemann, y no por identidad o parentesco etiológico con la gonorrea. De igual forma, si el nosode Medorrhinum es un resonante electivo de la modalidad sycótica, esto ocurre por analogía reaccional entre la sycosis y la gonorrea y no por identidad o parentesco etiológico, porque las manifestaciones sycóticas desencadenadas por una vacunación antivariólica serán semejantes a aquellas de Medorrhinum, independientemente de toda etiología gonocóccica.

La sycosis es un potencial reaccional de defensa patológica contra las agresiones a la célula conjuntiva y más particularmente del Sistema Retículoendotelial, por una modalidad general de defensa caracterizada por una reducción y luego bloqueo de los intercambios entre la célula conjuntiva y el espacio intercelular, determinando el aislamiento de la célula que se autonomiza, prolifera o se esclerosa.

El Profesor Francisco Eisayaga nos dice con respecto:

"En la esfera mental produce la perversión de los sentimientos, particularmente los relacionados con el amor, hallándose en la base de las perversiones sexuales, la agresividad, la maldad, la crueldad, el egoísmo, la delincuencia, etc. En los tejidos provoca la perversión de la reproducción celular, caracterizada por la aparición de tumores de carácter benigno que se transforman en malignos cuando se unen con la sífilis, produciendo los diferentes tipos de cáncer.

La sicosis se caracteriza por la actividad funcional pervertida, la disfunción, la hipertrofia del yo y de los tejidos, la hiperplasia celular y la perversión de los sentimientos personales, familiares y sociales, sobre todo los relacionados con el amor".

 

 

El Tuberculinismo

El tuberculinismo, no descrito por Hahnemann entre los miasmas crónicos, fue considerado posteriormente, junto con el cancerinismo como un miasma más.

En la concepción genético-existencial actual del terreno, el tuberculinismo debe interpretarse como un potencial reaccional general constitucional, caracterizado por una modalidad reaccional general, llamada modalidad tuberculínica, por analogía con la tuberculosis, donde le bacilo de Koch bajo la forma de su nosode, el tuberculinum, es un resonante clave, no por identidad o parentesco etiológico sino por analogía de potencial reaccional. Si el bacilo de Koch es un resonante clave de la modalidad tuberculínica, cualquiera que sea el factor patógeno que la ha puesto en juego en el enfermo, parece que él es capaz de acarrear una modalidad reaccional semejante en el organismo, la tuberculosis evolutiva.

La modalidad tuberculínica es una modalidad reaccional general de defensa y se caracteriza por una aceleración del metabolismo celular que acarrea lo siguiente. En primer lugar un aumento de las combustiones con destrucción celular con obstrucción de la circulación venosa y linfática que determina las crisis de eliminación sobre las mucosas y las serosas. En segundo lugar se produce una desmineralización celular, con desasimilación, descalcificación, determinando la pérdida de sustancia.

 

 

El cancerinismo

Actualmente se considera la existencia de este quinto miasma o diátesis, que se observa en una proporción cada vez más creciente de individuos y que sería la combinación de todas las diátesis, ya actuando en forma aislada o combinada. Fundamentalmente el tumor canceroso es el resultado final de este estado precanceroso, poseyendo la hiperplasia de la sicosis y el genio destructivo de la sífilis.

 

Al encontrarnos ante esta circunstancia, es decir, ante la presencia de un miasma en actividad, la administración del medicamento o el nosode que responde a dicho miasma soluciona o aclara el caso.

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